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Republiquetas*

 

Por   Prof. Ernesto Del Gesso

 

Nino Gandarilla Guardia, ciudadano boliviano santacruceño, pasó por Rosario dando una conferencia en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario, en cuanto historiador (amén de muchas otras artes) donde presentó su libro “Warnes y Arenales en el ejército cruceño”. Está editado en su ciudad natal el año pasado con auspicio del Instituto Belgraniano “Gral. Ignacio Warnes” de esa ciudad. El visitante fue bienvenido al estrado académico que lo recibió no solo por el prestigio de la institución a que pertenece sino también por cuanto ha sido fundador y primer presidente de la entidad.

Entrado al contenido del libro pronto resulta atractivo por cuanto surge el espíritu y finalidad crítica a lo conocido por la historiografía tradicional argentina sobre esos dos héroes en el espacio y tiempo histórico que les tocó luchar juntos. Sin duda a los lectores de Historia y a quien escribe, llevan a recordar autores y títulos entre muchos historiadores argentinos que han escrito sobre el tema como parte de trabajos más amplios. La elección de por lo menos uno de ellos llevó a un clásico “Historia de Belgrano y de la Independencia Argentina” de Bartolomé Mitre, que ofrece muchas páginas comunes al cruceño por ser partes importantes de las campañas al Alto Perú que Mitre desarrolla con amplitud. De la confrontación de los segmentos que se transcriben más adelante, surge el objetivo de esta nota, aceptar y rechazar de ambos libros todo aquello que los documentos, hechos y opinión propia sea considerado valedero, sin pretensión de definición, por el contrario, con la seguridad de perfeccionamiento futuro de terceros. Un objetivo complementario es ser breve, tanto por los cortos segmentos que se presentan como la biografía de los personajes y sin aparato erudito porque se verá que todo emana de lo expuesto.

 

En cuanto al título de “Republiquetas”* es tomado de Mitre, quién señala que las insurrecciones populares pasaron a la historia con el nombre de “Guerras de las Republiquetas”* que le dieron los contemporáneos para distinguirlas de las montoneras. Dato que obliga a un permiso de opinión a que la definición es propia. Al margen del origen del término, resulta oportuno como título del presente trabajo, por ser las republiquetas* los sitios de base o cuarteles y el territorio que los patriotas dominaban en distintas zonas del Alto Perú, en muchos casos a retaguardia del grueso del ejército español.

 

Cada una de estas regiones o republiquetas* eran dominios de caudillos locales plegados a la Revolución y jefes militares del ejército patriota, cuya tropa era bastante heterogénea. A más de soldados propiamente dichos, se componía de los mismos habitantes de la zona que en su mayoría eran, como se los llama ahora, pueblos originarios. Se cuentan más de una centena de líderes revolucionarios con una enorme proporción de muertos en combate al terminar la guerra. Puede citarse entre los más famosos a Muñecas, Padilla y su esposa, Juana Azurduy, que continuó la lucha hasta el final siendo ignorada y olvidada y murió en la miseria a los 81 años. Entre los oficiales del ejército más destacados caídos en combate se encuentra los coroneles Camargo y Warnes. Arenales, en un momento fue abandonado por españoles dado por muerto, pero sobrevivió a la guerra. Los actores y territorio que tratan ambos libros en cuestión, son las republiquetas, por eso el título. Antes de ingresar en el tema principal, permítase una digresión relativa al uso del término del título.

 

En estos breves renglones se observará un juego editorial con dos títulos de capítulos de la citada obra de Mitre. Son los que tratan el período de guerra en el Alto Perú comentado en párrafo anterior, que se denominan “La guerra de los gauchos (1817)” y “Las Republiquetas (1816-1817)”. La editorial Lautaro, de conocida orientación ideológica, editó un libro con un adelanto de tapa utilizado como fuente, en la parte superior derecha, el nombre de Bartolomé Mitre subrayado, debajo presentó el título “La guerra de las Republiquetas” que en parte es una mixtura de los dos capítulos señalados, y bien se deduce que es nombre dado para evitar la mención de montoneros, claro que por diferentes razones que las de Mitre, según veremos. Pero en esa tapa, a grandes letras, cubriendo casi toda la superficie se lee el título verdadero del libro que es “Las guerrillas en la lucha por la independencia nacional” con la evidente intención de destacar el término guerrilla por ser la edición de 1965, época que también explica la omisión de montoneros.

 

Para la parte principal y última de este escrito, se tomará como referencia la batalla de “La Florida”, triunfo patriota del 25 de mayo de 1814, sobre la cual el autor del libro cruceño, replantea quién ha sido el verdadero, o mejor dicho, principal gestor del triunfo. Para Gandarillas es Warnes, aunque la historiografía argentina lo presenta a Arenales como el héroe histórico. Como ejemplo transcribe un parte de ascensos del Director Supremo Gervasio Antonio de Posadas. Fechado el 9 de noviembre de ese año, que dice: “Considerando justo … (la) gloriosa acción que sostuvieron los valerosos Cochabambinos y demás Patriotas de las Provincias del Alto Perú en el memorable día 25 de mayo de este año en el Valle de La Florida al mando del benemérito Coronel D. Juan Antonio Álvarez de Arenales…”.  

 

A fin de abreviar, llevamos a la fundamentación del autor, según este parte Warnes, no es más que un valeroso patriota más. Para Gandarilla Guardia la diferencia de fuerzas y jurisdicción debía reflejarse en el mando de la tropa, rango que Arenales no estaba dispuesto a ceder. Por otra parte, Warnes como autoridad máxima de Santa Cruz nombró a Arenales “Comandante General de toda la Cordillera”, apelativo que –considera- fue tomado en Buenos Aires a favor del designado y daban crédito a los partes de guerra firmados por Arenales en los que se sindicaba a Warnes como apoyo, y no jefe de la fuerza preponderante, tropa que fue la triunfadora en la batalla.

 

Dos hechos en pleno combate —al margen de las distintas versiones de cada uno— evidencian el heroísmo y la valentía demostrada por ambos, en la que tuvieron acciones personales como jefes en la misma línea de batalla. Warnes, expone relatos de otros historiadores que destacan su duelo singular con el jefe español: “…estaba en la plaza (del pueblo de La Florida), avistado con Blanco empeñaron un combate; herido éste, Warnes cargoló (Sic) con su espada; Blanco cayó en tierra y presto fue cadáver…”. Otro señala que se encuentraron cara a cara, Blanco con Warnes, montados a caballo y tras breve escaramuza ocurre la muerte del coronel español, hecho que con otros detalles provoca la retirada de los realistas.

 

En el texto del libro de que se trata se señala que: “… Arenales omite en el parte que Warnes se enfrentó en duelo con Blanco y lo vence”. En la misma batalla Arenales recibió 14 heridas y fue dejado por muerto. Esta circunstancia origina un subtítulo en el tema de La Florida del autor cruceño: “Las heridas de Arenales” texto que comienza así: “La única tontería en la batalla de Florida fue cometida por Arenales, en su propio perjuicio.” Vuelve a repetir la versión de otros historiadores que en resumen dicen que se adelantó a su escolta —otros indican que el adelanto fue por ser su caballo más veloz— lanzándose a la persecución de tres lanceros en retirada que, al observar, que uno solo los perseguía volvieron sus cabalgaduras y lo lancearon a tal punto que lo consideraron difunto. Aquí hay un derecho de los lectores a dudar si lo dejaron por muerto o porque se acercaban los soldados de Arenales que habían quedado rezagados. Si se recuerda cómo se inició el texto del subtítulo, servirá para compararlo con el texto final: “Todo indica que Arenales, al ver a Blanco muerto, quiso tener su propia gloria … y la obtuvo de esa curiosa manera.”

 

Luego de este brevísimo resumen del autor cruceño, corresponde hacer lectura del mismo tema en el libro de autor argentino tomado para comparación y posterior opinión. Bartolomé Mitre en las últimas páginas de su capítulo “Ayohuma” escribe: “El infatigable Arenales, gobernador de Cochabamba al tiempo de la batalla de Ayohuma, se replegó al Valle Grande después de aquella derrota, reunió a todos los partidarios de la montaña y manteniendo con ellos en su retirada el combate del Chilón, abrió comunicaciones con Santa Cruz de la Sierra. Derrotado en el combate de San Pedrillo, atravesó la cadena oriental de los Andes, donde se rehízo, abriendo nuevas comunicaciones con los centros de insurrección por las fronteras del Chaco (boliviano) apoyándose en Santa Cruz de la Sierra. Warnes, gobernador de esta provincia, pretendió desconocer la autoridad del nuevo comandante general y salió solo con su fuerza al encuentro del enemigo, que destacó una gruesa división con el objeto de sofocar la resistencia; pero completamente abatido en Las Horquetas y Petacas, tuvo que refugiarse a la división de Arenales. Este jefe, tan intrépido como entendido, maniobrando hábilmente, esperó al confiado enemigo en La Florida, posición perfectamente elegida, y obtuvo sobre él un brillante triunfo (25 de mayo), en que quedó muerto en el campo el jefe español, salvándose tan solo 3 oficiales y nueve soldados de la división realista, aunque cayó Arenales con catorce heridas que le valieron más tarde el grado de general.”

 

En el capítulo “Republiquetas”* hace referencia a la forma de gobierno que llevaba el coronel Warnes. Días antes de la derrota de la tercera campaña al Alto Perú en Sipe-Sipe, 29 de noviembre de 1815, los españoles venían recuperando territorios ganados por las republiquetas, siendo unos de estos objetivos Santa Cruz de la Sierra. Warnes los enfrenta y vence en la batalla de Santa Bárbara: “Quedando dueño absoluto desde entonces de aquella provincia, que gobernaba con dureza, haciendo temer su autoridad.”

 

Esta denuncia sobre la forma de gobernar Warnes está relacionada con la decisión de Rondeau, después de la derrota de Sipe-Sipe de separarlo de la gobernación de Santa Cruz de la Sierra. Las causas pudieron ser, especulo: “Sea por indicación de Arenales o por un partido local de Santa Cruz que reclamó su remoción por la dureza de su gobierno el hecho es que el general nombró para reemplazarlo al coronel Santiago de las Carreras”. Se adelanta que el nuevo gobernador llegó en momentos que Warnes se hallaba en expedición en Chiquitos y tomó el gobierno sin oposición, pero el partido de Warnes “… sublevó la plebe y derrotó al nuevo jefe que murió en la revuelta.” La llamada plebe era el grueso de la población, tropa de las republiquetas. Warnes triunfante en la expedición a Chiquitos reasumió de hecho el gobierno. En las posibles causas que llevaron a su destitución, Mitre es sincero al señalar que pudo ser “… por indicación de Arenales…”. Más adelante Mitre relatará la muerte de Warnes en la defensa de su ciudad y provincia, en la batalla del río Pari, que fue muy cruenta y tuvo resultado incierto. En el fragor de la lucha, Warnes en pleno campo de batalla, dice Mitre: “… recibe una herida en la pierna y pronto una bala de cañón derriba su caballo que lo aprieta y quedó a merced de las bayonetas y disparo en la cabeza. ¡Aquí no hubo sargento Cabral ni granadero Baigorria!  La muerte del jefe decidió la batalla a favor de los españoles por dispersión de la tropa patriota.

 

Corresponde ahora tomar una posición ante la bibliografía que —salvo en glorificar como dos héroes a los personajes— evidencia no coincidir en las actitudes tomadas por estos jefes militares que actuaron en el mismo ejército patriota en gran parte de las penosas campañas al Alto Perú. Pero quizás para el simple lectores de historia, antes será necesario dar brevísimos datos biográficos de ambos para evitar alguna confusión por las posiciones de uno y otro autor.

 

Warnes nació en Buenos Aires en 1770 y se inició como militar en el ejército español. Luchó en las invasiones inglesas y tuvo espontánea adhesión a la Revolución siendo oficial de Belgrano desde Paraguay hasta que éste le encomendó en la retirada mantener la retaguardia como Gobernador Intendente de Santa Cruz de la Sierra donde sabemos murió en el campo de batalla. 

 

Arenales nació en Castilla, también en 1770 y recibió carta de ciudadanía, sin embargo, para algunos nació en Salta. En 1809 se encontraba en Chuquisaca al estallar la revolución del 25 de mayo de ese año en esa ciudad a la que estuvo plegado. Encarcelado en las famosas casamatas de El Callao se fugó y reapareció en Salta. Se puso a las órdenes Belgrano desde Tucumán, hasta quedar como gobernador de Cochabamba y comandante general de las armas en retaguardia. Siguió con Rondeau hasta la derrota de Sipe-Sipe y regresó con el ejército a Tucumán. Pasó a Mendoza y acompañó a San Martín en toda su campaña. Regresó a Salta. Murió en Bolivia en 1831.

 

En el libro de Nino Gandarilla Guardia, la versión sobre los partes de Arenales de la batalla de ·La Florida” la causa invocada del cargo dado por Warnes a Arenales en territorio de Santa Cruz de la Sierra llevó a Buenos Aires, a tomarlo por oficiales, omite o desconoce que, en las designaciones de gobernadores de Santa Cruz y Cochabamba, esta última tenía el agregado de comandante general de las armas en retaguardia y esa es la razón por la que el Directorio se basaba en la información de Arenales. En otro aspecto es más posible de ser el ejército de Warnes —vale llamarlo así por cuanto es de reconocimiento general que había sido formado y disciplinado por él— el que realmente por su poderío haya sido el verdadero gestor de la victoria. Para este escrito la versión de Mitre de que Warnes, derrotado en dos pequeñas batallas haya tenido que apoyarse en el que traía Arenales tiene menos fundamentos porque éste, no solo fue desalojado de Cochabamba, sino que también venia derrotado en la pequeña batalla de San Pedrillo y tuvo que traspasar la sierra con el consiguiente desgaste. Pero también es cierto que Warnes no tenía derech0, en cuanto disciplina militar, para desconocer la autoridad superior de Arenales. De éste puede criticarse el escaso reconocimiento o ignorancia del grado de participación de Warnes en la batalla y, más aún, no haber comentado el duelo con el jefe español Blanco y su eliminación lo que seguramente fue factor decisivo en el resultado de la batalla de Las Florida. No cabe duda que no siempre se tiene toda la razón de uno y otro lado, fenómeno común en la historiografía. 

 

Si bien se cotejaron dos libros de acuerdo al plan de trabajo, las “Memoria Póstumas” del general José María Paz, partícipe de esa guerra en Vilcapugio, Ayohuma y Sipe Sipe, gana cierto derecho por la vivencia en el campo de batalla y de los mismos escribió: “Son hechos éstos que fueron poco y muy imperfectamente conocidos. La campaña del general Arenales es natural que sea tratada por su hijo el coronel don José Arenales, que ha escrito ya otras obras. Las de Warnes es de temer que no tengan un historiador tan prolijo.” No hay duda que entre los escritos históricos posteriores sobre Warnes puede haberlos, o bien, éste que tratamos puede ubicarse como el de la expectativa del general Paz, más allá de las críticas o interpretaciones dispares que pueda recibir.

 

 

*XXXIII      Las Republiquetas

 

1816 – 1817 ………………………………………………Pág. 529